Perdonar y pedir perdón

En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. Juan 13:35

A veces nos metemos en un papel en que creemos que nos merecemos todo, nos sentimos grandes, perdemos el piso y empezamos a olvidar las cosas básicas que Dios nos pide. Los ministerios, los títulos, el nombre que tenemos puede hacernos divagar de la imagen de nosotros mismos que Dios quiere que tengamos. Cuando vienen los inevitables conflictos con los demás, buscamos hacer justicia, hacer que los otros miren nuestra posición desde nuestro ángulo enaltecido. Pero esto está muy lejos de lo que el Dios que se humilla quiere de nosotros, el Dios de la reconciliación y la redención nos enseñó otro proceder.

En una ocasión Jesús estando con sus discípulos que se estaban peleando por querer obtener el primer asiento en el Reino después de Jesús, les recordó de cómo deben de ser las cosas:

Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos. Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos. (Marcos 10:42-45)

No es para que lleguemos a ser el número uno o la estrella la razón por lo cual Cristo dio su vida por nosotros, es para que nosotros sirvamos a otros y demos nuestra vida por los demás, no tenemos un lugar especial para oprimir a otros, sino tenemos un lugar para hacernos siervos. Con esta actitud en mente que no busca lo suyo, cuando alguien nos haga algún mal, ¿cómo hemos de comportarnos? ¿como buscando lo nuestro? ¿No hemos de perdonar las ofensas de otros?

Qué difícil es vivir en este mundo donde hemos de padecer ofensas, pero aquí es donde Dios nos quiso tener antes de ir al siguiente donde ya no habrá necesidades, es en este mundo en donde tenemos la oportunidad para amar como Jesús amó, perdonar lo que es doloroso, darse a uno mismo aunque no se reciba nada a cambio, y es aquí donde hemos de amar a Dios demostrándolo por nuestro amor al prójimo:

Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto.Y él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano. (1 Juan 4:20-21)

Lo que hacemos con los hermanos afecta nuestra relación con Dios, a tal grado que podemos hacerle doler al Espíritu de Dios cuando estamos errados y sabemos que tenemos que obedecerle porque estamos fallando con las demás personas,

No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la redención. Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo. (Efesios 4:30-32)

Así como hemos sido perdonados por Dios de cosas muy graves que le hemos hecho, cosas que son mucho más graves de lo que podriamos recibir de parte de otros, ¿cómo no hemos de perdonar a nuestro hermano, nosotros que somos viles? aquel Dios que conoce la intención y lo más profundo de nuestro corazón nos ha perdonado de cosas peores. Jesús nos enseña en su oración modelo:

Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. (Mateo 6:12)

Es importante perdonar a otros cuando nos acercamos a Dios en su trono de gracia. Para pedir perdón para nosotros, debemos de perdonar también y por fe. sabemos que él nos perdona, “Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad” 1 Juan 1:9. En nuestra comunión con Dios nos encontraremos que él nos guia a obedecerle cuando sabemos que le estamos fallando, a corregir nuestros caminos, a pedir perdón y también a perdonar a aquellos que nos han hecho mal.

Un último pasaje para reflexionar:

21 Pedro se acercó a Jesús y le preguntó:

Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces?

22 —No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces —le contestó Jesús—.

23 »Por eso el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos.24 Al comenzar a hacerlo, se le presentó uno que le debía miles y miles de monedas de oro. 25 Como él no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su esposa y a sus hijos, y todo lo que tenía, para así saldar la deuda.26 El siervo se postró delante de él. «Tenga paciencia conmigo —le rogó—, y se lo pagaré todo.» 27 El señor se compadeció de su siervo, le perdonó la deuda y lo dejó en libertad.

28 »Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata. Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. «¡Págame lo que me debes!» , le exigió.29 Su compañero se postró delante de él. «Ten paciencia conmigo —le rogó—, y te lo pagaré.» 30 Pero él se negó. Más bien fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda.31 Cuando los demás siervos vieron lo ocurrido, se entristecieron mucho y fueron a contarle a su señor todo lo que había sucedido.32 Entonces el señor mandó llamar al siervo. «¡Siervo malvado! —le increpó—. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste.33 ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?» 34 Y enojado, su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía.

35 »Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano.

Oremos así

  • Perdonemos de corazón a aquellos que nos han hecho daño
  • Confesemos nuestros pecados a Dios y pidamos perdón por lo que hemos hecho y por lo que hemos dejado de hacer
  • Pidamos porque Dios levante más siervos en nuestras escuelas que estén dispuestos a dar el Evangelio
  • Por los que han escuchado del evangelio en algún momento, en alguna célula o algún campamento y que aun no llegan a conocer a Jesús… que Dios los alcance y que nos use como sus instrumentos
  • Por nuestra hermana Alejandra Ortiz y por su salud

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